Por Pedro Gonzalez
En alguna salida publica el recién elegido Presidente de la República, Juan Manuel Santos, manifestó su intención de “traicionar su clase”, dejado entre ver con ello alguna especie de giro hacia la centro izquierda que ameritaban unas reformas en temas políticos, económicos y sociales, por aquellos tiempos se hablaba de la Ley de Víctimas y del Marco Jurídico para la paz.
Por supuesto, tal afirmación no dejaba de ser solo un acto populista y nada más, el Presidente jamás traicionará la filosofía de la clase social que representa. Pese a ello, y entendiendo las condiciones coyunturales del país, si espero que el Presidente se siga desligando y traicionado el sector social que lo puso como presidente en el 2010, ese sector representado por el Uribismo.
Ya lo hizo al reconocer la existencia de un conflicto armado y con ello la búsqueda negociada de un conflicto que ha consumido varias generaciones de colombianos. También con la aprobación de una Ley de Victimas que si bien no es la panacea, el poner a las víctimas en la agenda ya significaba un logro. Otro aspecto fundamental a resaltar fue el giro que dio en el manejo de las relaciones con sus vecinos, es quizás el tema que ha manejado con actitud de estadista.
Nada de eso ha pasado sin oposición del Uribismo, el ex presidente Uribe no ha escatimado esfuerzos para frenar los cambios en la forma como el Presidente Santos ha manejado el conflicto y las relaciones internacionales. Oposición que ha contado con el respaldo de millones de colombianos, y que puso en jaque la reelección del Santos.
Precisamente, esa amenaza, y ante la posibilidad de que el candidato del Uribismo ganara y con ello se tirara por la borda los avances del proceso de paz entre el gobierno y las guerrillas, que un grupo mayoritario de la izquierda y centro izquierda decidió apoyar la reelección del Presidente Santos, figuras como Petro, Claudia López, Mockus, Clara López, Navarro, Iván Cepeda y Aida Avella, entre otras, se constituyeron en un frente amplio cuyo único propósito era blindar el proceso de paz de la amenaza del Uribismo, así ello significara votar por un neoliberal.
Pues bien, tal apoyo definió el triunfo de Santos, los votos de la izquierda y centro izquierda, por fin fueron decisivos en unas elecciones presidenciales en muchos años. Nada de ese apoyo obedeció a pactos politiqueros, absolutamente todos hicieron la claridad de que no se pretendía hacer parte de la Unidad Nacional.
Ahora bien, no tengo dudas que tal hecho obligará al Presidente de la Republica a ser más agresivo, si se le puede llamar así, con ese sector social que representa el Uribismo, lo que implicaría reformas en lo político y en lo social. Máxime si a eso se le adiciona que será este Presidente quien inicie la puesta en marcha de los acuerdos del proceso de paz.
Es en ese proceso donde la Izquierda y la centro izquierda tendrá que tener la altura suficiente y aprovechar la constitución del Frente Amplio por la Paz, para criticar, pero sobre todo proponer al gobierno cuando se estén adelantando las discusiones sobre esas reformas. Se trata de aprovechar la legitimidad que nos da el no haber pedido un puesto, pero el de haber asumido con responsabilidad un momento histórico que definía el futuro inmediato del país.
Pero miren, ya vislumbro cambios interesantes, de esos que poco se analizan pero que sin duda son muy representativos. En el momento se está librando la elección de magistrados en las altas cortes y el nuevo Contralor General, los candidatos elegidos para ocupar esos cargos son liberales de filosofía, eso rompe con la dinámica conservadora de los últimos 10 años, donde el Uribismo puso en la Contraloría, Procuraduría y en las altas cortes, a personajes conservadores, con las consecuencias institucionales que eso trajo, por ejemplo, el Procurador.
Es el momento de aprovechar ese espacio para debilitar al Uribismo, ayudar al Presidente para que los siga “traicionando”, sigo sosteniendo la máxima de que es mejor enfrentarse a un gobierno neoliberal, que a un gobierno que además de neoliberal es mafioso.
Ello nos costará muchas críticas del Uribe de la izquierda, el señor Robledo, pero se trata de asumir una responsabilidad más allá del mesianismo. Por eso recojo parafraseando algo que dijo Clara López, “seremos una oposición inteligente, nos opondremos a lo que haya que oponerse, y apoyaremos lo que haya que apoyar”.
Creo que esa debe ser la actitud de las fuerzas alternativas, por lo pronto, debemos intentar replicar esa apuesta en lo local, para seguir colaborando al Presidente en el propósito de traicionar no a su clase, si no al Uribismo.