Por Yezid García Abello, Concejal de Bogotá por la Alianza Verde
Hoy, que la Bogotá Humana –en cabeza de su gestor y líder Gustavo Petro Urrego– es atacada y vilipendiada por sus enemigos y contradictores…
Hoy, cuando la mayoría de candidatos a la alcaldía de Bogotá pretenden obtener el apoyo de la ciudadanía cabalgando sobre supuestos errores y falencias de esta administración…
Hoy, que los medios de comunicación pagados por quienes quieren “recuperar” la Alcaldía para ponerla al servicio de intereses privados y monopólicos, se dedican a desconocer los avances sociales de éste gobierno y recalcan con saña en algunas metas que no se cumplieron por diferentes motivos…
Hoy, que el presidente Santos “le hace conejo” a los bogotanos y al alcalde, cuando quebranta y desconoce el compromiso de financiar el 70% del Metro que anunció con bombos y platillos…
Hoy, que el procurador Ordoñez, el contralor distrital y demás cabezas de los órganos de control están atentos a encontrar el más mínimo motivo para abrir investigaciones judiciales, fiscales, administrativas o disciplinarias al alcalde y a sus funcionarios, para crear la impresión de ineficiencia y corrupción…
Hoy, que algunos amigos y compañeros de Petro ya no están con él, aduciendo problemas y defectos en su personalidad…
Hoy, que antiguos aliados de Petro se empeñan desde la izquierda en descalificar su gestión porque no logró desmontar el entramado de relaciones privatizadoras que todavía subsisten en las empresas públicas del Distrito, sin tener en cuenta que con sólo el primer intento desprivatizador en el área de aseo, estuvieron a punto de sacarlo de la alcaldía…
Hoy, que Petro está en la etapa final de su gobierno, que entramos en la recta definitiva de la campaña electoral para elegir su reemplazo y que todos a una, como en Fuenteovejuna, arremeten contra el alcalde…
… es el momento preciso y oportuno de reiterar y hacer explícita nuestra posición irrestricta de defender –en primera línea–, la filosofía, la política, el Plan de Desarrollo y las realizaciones de la Bogotá Humana.
Y es que nuestro respaldo a la Administración capitalina liderada por Gustavo Petro no responde a un interés coyuntural ni electoral. Se trata de defender un modelo de ciudad de corte moderno, donde el ser humano y la naturaleza sean el principal objetivo del desarrollo y de la atención del gobierno local. Es por ello, la más avanzada propuesta desde la izquierda democrática.
Un primer aspecto a resaltar es que Petro enfrentó antes y durante su gobierno a los carteles de la corrupción que se habían incrustado en la Administración de la ciudad y estaban saqueando las arcas públicas. Es por esa razón, por su vertical lucha contra la corrupción, que una buena parte del pueblo bogotano lo premió y lo eligió. Y por esa misma razón, durante estos 44 meses de gobierno sus enemigos han realizado infructuosamente innumerables intentos por enlodarlo con supuestos actos de corrupción que no han podido comprobar.
Una segunda razón tiene que ver con su compromiso con el cambio. Por primera vez un alcalde se enfrenta decididamente a las élites económicas y financieras que se han apropiado de los activos públicos de la ciudad y sus habitantes. Empezó con los empresarios que se habían apropiado de la contratación del servicio de aseo y organizado un monopolio privado para enriquecerse a costa de los bogotanos. Es oportuno recordar que las concesiones privadas del servicio de aseo fueron otorgadas en gobiernos distritales dirigidos por los que ahora quieren “recuperar” la alcaldía para ponerla al servicio de esos intereses. Ese intento de Petro le costó la destitución e inhabilitación política por 15 años a manos del Procurador Ordoñez, medida impugnada ante el Consejo de Estado.
En tercer lugar, Petro ha planteado coherentemente tres tareas de dimensión universal: La lucha contra la segregación social, que en la actualidad se manifiesta a nivel global con la problemática de los migrantes y desplazados por causas económicas y/o políticas; la lucha contra el modelo de desarrollo que ha causado una masacre laboral sin precedentes y una hecatombe ambiental que se concreta en los efectos desastrosos del cambio climático; y la defensa de lo público que es la principal bandera de nuevos movimientos políticos que en diferentes continentes trabajan por el rescate de la democracia para el pueblo, y con su acción enfrentan y ponen al desnudo el poder corruptor y hegemónico del gran capital financiero que ha convertido a los gobiernos en simples gerentes de sus negocios.
En esas tres tareas la administración de la Bogotá Humana muestra ejecuciones importantes. No vamos a mencionarlas en detalle por cuanto ya las hemos destacado en anteriores artículos, pero sí es importante reiterar y enfatizar los avances sociales alcanzados en salud, educación, inclusión social, defensa del ambiente, reducción de las tarifas de los servicios públicos y del transporte, desarrollos culturales, reivindicación de los derechos de grupos sociales discriminados, defensa de los derechos de los animales, etc., que a pesar de los limitantes impuestos por las políticas neoliberales de carácter nacional, se han podido impulsar y concretar en beneficios reales y visibles para amplios sectores de la población eternamente marginada y excluida.
No queremos tampoco negar los errores o fallas que se hayan podido cometer durante estos tres años y medio. Es indudable que se sobredimensionaron algunas metas, lo que explica algunos incumplimientos. No podemos tampoco desconocer que, en algunos casos, Petro casó peleas innecesarias y dio muestras de intemperancia ante el acoso mediático y político. Somos humanos y nos equivocamos. Sin embargo, son aspectos secundarios que se pueden y deben mejorar hacia el futuro.
Es también evidente que faltó desarrollar un amplio y sistemático proceso de organización ciudadana y comunitaria para poder neutralizar y derrotar a las burocracias que siguen incrustadas en la administración distrital. Es una meta que requiere de mucho más que la voluntad del gobernante. En fin, nada es perfecto en la vida pero la honestidad y la intencionalidad del alcalde están a la vista de todo el mundo. Son incuestionables.
Así mismo, un aspecto que no podemos olvidar es que Petro se apoyó con decisión en el pueblo para defender su proyecto político y social. Convocó y encabezó la movilización popular contra la arbitrariedad y la injusticia, enfrentó sin ambages y sin temor las decisiones sancionatorias del Procurador Ordóñez y sus aliados, mostrando su temple de líder social y su confianza en las bases populares. La gente lo gratificó y acompañó en esa gesta.
Pero además de lo anterior, es importante insistir en otras razones que nos han llevado a estar al lado de la política de la Bogotá Humana y de Gustavo Petro. Son razones que no han sido tan explícitas pero que se hace necesario expresar por cuanto tienen que ver con la estrategia que la sociedad colombiana, los pueblos de América Latina y del mundo, tenemos que desarrollar para enfrentar los graves problemas que vive la humanidad y que debemos resolver si queremos sobrevivir como civilización humana y garantizar una vida digna a todos los habitantes de la tierra.
En forma sintética expresamos esas razones:
Petro ha sido absolutamente coherente y consecuente con la lucha por la transformación política, social y económica de nuestro país utilizando creativamente las pocas herramientas civilistas que permite la restringida democracia colombiana. Después de su desmovilización con el M19, no se acomodó al sistema y continuó enfrentando al régimen oligárquico. Su compromiso con la paz no ha sido retórico sino práctico y concreto.
Compartimos con este dirigente político la necesidad de enfrentar y derrotar las políticas neoliberales impuestas por el capitalismo global. Creemos que esa es una tarea que implica nuevas formas de lucha y de acción democrática que nos obligan a buscar conexión con el 99% de la población mundial. Para hacerlo debemos superar las visiones estrechas que nos impedían encontrarnos con amplios sectores de la población que han levantado importantes banderas de lucha. Debemos apoyar toda acción contra la discriminación racial, étnica, social o de género, por la defensa de la naturaleza, los derechos de los animales, nuevas expresiones culturales, la democratización de los medios de comunicación social, el internet libre y otras reivindicaciones democráticas. Ese encuentro con lo que hoy se denominan las “nuevas ciudadanías” nos permite aislar al máximo a la exigua minoría que representa las elites financieras capitalistas y sus aliados.
Hemos comprendido que no podemos esperar a que ocurra una revolución social y política que lo cambie todo de un tajo. La vida, las luchas y las revoluciones de los siglos XIX y XX nos han enseñado que la sola revolución política no es suficiente. Que el acceso a los aparatos de Estado y gobierno debe estar acompañado de avances en el terreno de la cultura que nos permitan involucrar en la tarea transformadora a millones de personas. Que la obra revolucionaria no debe recaer sólo en algunos dirigentes que se encargan de “gestionar los cambios desde arriba”, lo cual lleva al burocratismo y genera condiciones para la corrupción. Este planteamiento nos lleva a concluir que mientras se acumulan y consolidan las fuerzas políticas y sociales para realizar los cambios estructurales, debemos impulsar y plasmar transformaciones concretas en lo local y regional, en lo económico y cultural, en lo educativo y ambiental, construyendo –en medio de esas acciones–, formas nuevas de democracia directa, representativa, deliberativa y participativa.
Por todas las anteriores razones nos la estamos jugando con la Bogotá Humana y con Gustavo Petro. Aspiramos que la nueva Administración se conserve en manos de la izquierda democrática y que los avances logrados se mantengan y se profundicen. Nuestra apuesta es total y no tenemos ninguna duda que el pueblo apoyará mayoritariamente a quienes tengan el propósito de continuar con la dirección trazada y no renieguen de lo construido. A eso aspiramos el próximo 25 de octubre y trabajamos con entusiasmo y convicción para lograrlo.
Bogotá, 11 de septiembre de 2015