Por: Paola Cervera Quintero - Ingeniera Industrial - Candidata a Magíster en Política Social
“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica,
Porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”
José Saramago
La memoria histórica constituye un instrumento de reparación colectiva, de comprensión social de los fenómenos violentos que ocurren en los países, es una condición necesaria para la construcción de paz. La memoria tiene naturaleza afectiva, emotiva, y se hace necesaria luego de un hecho que cause conmoción, de una tragedia que desgarre el tejido social de una comunidad.
La dictadura militar que sufrió Argentina en el período 1976-1983 dejo alrededor de 30.000 desaparecidos ocasionados por un conjunto de acciones sistemáticas desarrolladas por el gobierno de Rafael Videla para exterminar cualquier expresión de la izquierda, en este período dirigentes, estudiantes, líderes comunitarios, simpatizantes y en general, cualquier persona que tuviera que ver con una ideología ajena a la de la dictadura era víctima del terrorismo de Estado.
Detenciones arbitrarias, secuestros, interrogatorios, torturas, violaciones ejecuciones y desapariciones son varias de las acciones sistemáticas de terror con las que Videla y sus hombres atacaron a una generación de jóvenes por ser de izquierda. Entre sus tácticas de exterminio están los llamados “vuelos de la muerte”, en los cuales drogaban a las víctimas con penthotal, las subían a aviones de la armada, las ataban de pies y manos y luego las arrojaban desde gran altura al Río de la Plata, o al Paraná, para que muriesen ahogados y sus cuerpos fueran desaparecidos por los peces. O los secuestros a los bebes nacidos en los centros clandestinos de detención, y luego del asesinato de sus madres, la posterior entrega a familias de militares, como si fuesen botines de guerra, negándoles la identidad y el derecho a vivir con sus familias.
Hechos llenos de crueldad que denotan el desprecio, humillación y el rechazo absoluto al enemigo, anulando por completo su existencia, pensamiento y obra. Acciones como estas son las que se buscan retratar, comprender y superar con la memoria histórica, es por eso que surge la necesidad de diseñar espacios simbólicos y conmemorativos de la memoria, con la tarea de recordarles a las comunidades su propia historia, y de hacerse la promesa de no repetir ante hechos tan crudos y notorios como los sufridos por el pueblo argentino.
La preservación de la memoria es un acto de protesta, una solicitud de justicia, de no olvido y a la vez de reconciliación con la vida; de esta manera lo ha visto el movimiento social de “Las abuelas de Plaza de Mayo” quienes firmemente han buscado a sus hijos y sus nietos desaparecidos por la dictadura, haciéndose reconocer a nivel nacional e internacional por mantener viva su lucha, la cual iniciaron el 30 de abril de 1977 y hasta la fecha sigue vigente.
Desde el año 1983, al acabarse el régimen de la dictadura militar y subir el gobierno democrático del presidente Raúl Alfonsín, se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) con el fin de documentar las desapariciones. Con este primer hecho institucional, Argentina mostró a sus habitantes y al mundo entero su compromiso con la memoria y con la reparación de los hechos acontecidos; en 1985 como fruto de esta primera documentación nació el Informe “Nunca Más”, con el cual quedaron en conocimiento público y masivo las atrocidades perpetradas en la dictadura.
Desde ese gobierno y hasta la actualidad, se han desarrollado esfuerzos para la preservación de la memoria histórica en Argentina, por parte de las organizaciones sociales, defensores de derechos humanos, artistas así como esfuerzos institucionales que han hecho de los lugares de detención clandestina, centros de tortura y demás sitios utilizados para las atrocidades de la dictadura en “espacios de memoria”, con los que se conmemora dignamente a las víctimas, se enseña a las nuevas generaciones su historia y se refleja un claro respeto y pertenencia por la historia vivida.
Uno de los sitios más conmemorativos de la dictadura argentina es el Parque de la Memoria, inaugurado en el año 2000 el cual se encuentra entre el aeroparque y el Río de La Plata, dos lugares conmemorativos de los vuelos de la muerte. Es por eso que este espacio es tan solemne, pues no solo se encuentra en un sitio representativo de los hechos, sino que conjuga la tranquilidad de su ubicación en la ciudad, la hermosa vista del Río de La Plata, el cielo celeste, el conjunto de obras de arte conmemorativas de la dictadura y el centro de documentación.
El Parque de La Memoria es un espacio ubicado en la Costanera Norte, tiene una extensión de 14 hectáreas y está compuesto por varias áreas:
La más representativa quizás es el monumento donde están inscritos en orden cronológico los datos de ocho mil de las personas desaparecidas. Este monumento es un sendero hecho en hormigón, que visto desde la parte superior tiene forma de herida en contraste al pasto que lo rodea. La Sala Presentes, Ahora y Siempre PAyS, tiene la información de las víctimas del Monumento, y es un espacio donde se desarrollan exposiciones continuas referentes al tema de memoria. Hay 18 esculturas de diferentes autores que exponen algunos aspectos de la dictadura, en la cual se destaca la de Pablo Miguez (adolescente asesinado) la cual es una obra emplazada sobre las aguas del Río de La Plata. El parque está demarcado por 53 “señales de tránsito” que explican una a una, diferentes factores presentes en la dictadura. Y en su conjunto el espacio se convierte en una clara representación de aquellos años de Terrorismo de Estado argentino.
Argentina es maestro en memoria histórica, los esfuerzos desarrollados por esta nación son ejemplo a seguir por países como el nuestro, en donde se han cometido graves violaciones de los derechos humanos, los espacios, los movimientos y el reconocimiento del terrorismo de Estado por parte de los argentinos, representan grandes avances en pos de la reconstrucción de un tejido social abatido y de la consecución de la paz, del perdón, la verdad, la reparación y reconciliación de las víctimas con la vida.