Desde hace veinte años se comenzaron a establecer en Colombia criterios de evaluación de la calidad de la educación, haciendo especial énfasis en los centros de enseñanza, es así como el Consejo Nacional de Acreditación, inició a principios de la década de los años noventa una conceptualización alrededor de la denominada calidad.
Dichos criterios estuvieron marcados, en gran parte, por políticas internacionales que determinaron indicadores de logro de competencias. El problema de la famosa calidad se presenta cuando no se consideran las especificidades de cada entorno. Eso significa que dichas competencias adquieren un carácter universal y homogeneizante, en las pruebas de evaluación no se consideran aspectos particulares, por lo que se aplican indistintamente; un ejemplo de ello, es que hoy ocupamos el último lugar de los 44 países evaluados en las pruebas PISA.
Este programa de evaluación internacional de alumnos, evalúa conocimientos y habilidades “necesarios para la participación plena en la sociedad del saber”. Algunos de los países mejores evaluados son el Reino Unido, Finlandia y Canadá, una pregunta quizás ingenua sería: ¿Qué tienen estos países que no tengamos en Colombia? ¿Si el problema no es sólo de recursos económicos, alta tecnología e infraestructura, cuáles son nuestros problemas?
Veamos un ejemplo de ello. Lo que más le cuesta a los jóvenes colombianos es la resolución de problemas para enfrentar la vida real, de acuerdo con los resultados sólo podemos resolver situaciones sencillas en entornos conocidos. Pero más allá del puesto 44, llama la atención que sea precisamente este indicador en el que más tenemos problemas.
En este sentido nos cuestionamos ¿Cuál es el papel de las instituciones educativas para la resolución de problemas reales?, ¿De qué manera las metodologías utilizadas en las instituciones educativas pueden impactar de forma positiva en la resolución de problemas reales?, ¿De qué pedagogía estamos hablando cuando se trata de contextos vulnerados por un conflicto armado de más de cincuenta años?; ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de los contextos sociales para lograr, no solo la calidad educativa, sino el desarrollo de competencias para la paz?
No basta con obtener estándares de calidad, ISO, PISA, OCDE, etcétera, no son suficientes cuando se trata de un problema estructural en nuestra sociedad. Estos resultados colocan a la educación en un lugar que requiere varias respuestas, ¿educar desde dónde?,¿calidad para quién?
Es necesaria la vinculación entre educación y sociedad, sobre todo en contextos más vulnerables, entornos rurales y de violencia, requieren de una respuesta urgente y diferencial que nos permita pensar en otros derroteros de la evaluación, por ejemplo, ¿de qué manera se aprende en una realidad rural? no es lo mismo resolver situaciones en medio de la violencia que en un examen diseñado desde el primer mundo para el tercer mundo. Desde el Doctorado en Educación y Sociedad de la Universidad de La Salle creemos que es válido preguntarnos por otras formas tradicionales de aprender, aprender desde los márgenes, desde los saberes tradicionales, desde otras orillas que nos permitan mostrar cómo resolvemos nuestros problemas. Así tendremos la convicción de que aportamos a nuestra realidad.
Fuente: Universidad de La Salle