Por: Alberto Herrera
Capítulo VII (La disputa Santos vs Uribe (S vs U) es en serio)
Elecciones presidenciales: round definitivo de la disputa S vs U
Tomar nota de lo sucedido en el debate electoral 2014, que aún está lejos de terminar, aconseja el momento. A Uribe en su afán desenfrenado por reconquistar el poder, le tocó tirarse al ruedo, poner su nombre, medir su fuerza de tu a tu, de ex presidente a presidente, desafiando a todos y asegurando que obtendría 40 senadores. Su lista sacó apenas el 14.29% de la votación nacional, es decir el 85.7% de los colombianos no lo apoyó, (Resultados electorales, www.registraduría). Pírrico resultado en su propósito de derrotar al actual mandatario.
La mala información y su manipulación lograron fastidiar a los bogotanos, que confundidos e intimidados, terminaron alejados de las urnas el 9 de marzo. Petro se equivocó ante el debate, no se preocupó por las mayorías obtenidas, se declaró “sin partido” y dejó a sus seguidores al garete. La abstención en la capital llegó al 65% y el que sacó provecho fue el uribismo, que juntó a los asustados con el “Castrochavismo”, y según lo aseguran sendos informes, utilizando la compra generalizada de votos, ganó en Bogotá como nunca había ocurrido. Todo a imagen y semejanza de Uribe, para que después de votar, Colombia se diera cuenta que la lista a la Cámara por Bogotá del llamado Centro Democrático la encabezó la señora Cabal quien mandó a Gabo al infierno cuando murió, y a quien se le acusa de relacionarse con grupos neonazis.
De todas formas fue un triunfo insuficiente que no llegó a la mitad de lo que esperaban, de una fuerza que no es nueva; por el contrario es lo más mañoso, marrullero y caduco de la política nacional, a la que la opinión democrática, que le si importa lo que le suceda a los colombianos y que ya no se deja amedrentar con intrigas ni artimañas, le dará la espalda.
Capítulo VIII
Disputa S vs U: conveniente y fructífera
Como se puede deducir, este debate es de gran beneficio para el futuro de la nación, para su bienestar, para su tranquilidad ciudadana y para su depuración política. Se ha puesto al descubierto una profunda división política y conceptual entre dos vertientes tradicionales, que amoldadas y con diferentes esquemas han manejando juntos a la nación desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Hoy se trata de detener a la intolerante y peligrosa tendencia que llevó a Colombia a la creencia de que era justa y conveniente la concepción de seguridad uribista: de informantes y soplones, de recompensas y de impunidad, que condujo a los falsos positivos y a las chuzadas, a la intimidación a jueces y Cortes, a los atentados y asesinatos de dirigentes populares y sindicales, a los falsos testigos, que llegó sin ruborizarse a entregar el DAS al paramilitarismo, a la promoción de bandas criminales, y que juega hoy con la división de las Fuerzas Armadas. “No tiene sentido que los enemigos del Gobierno utilicen el sacrificio de nuestras fuerzas armadas para hacer política”, confesaba el ministro Pinzón. Colombia no resistiría una nueva edición de esta propuesta. La única forma de superar esa instancia es deteniendo y derrotando el uribismo.
El testimonio de un íntimo aliado de Uribe que cayó en desgracia cuando se opuso a la segunda reelección redondea el tema: “Yo no estoy buscando el perdón de Uribe, actué correctamente para evitar que Uribe se perpetuara en el poder y jamás he buscado ni su perdón ni resarcir esa situación, lo volvería a hacer”, y denunció, “Todos los esfuerzos de ese segundo gobierno se orientaron a eso, a permanecer en el Gobierno”. Inédita es la conclusión que hace el mismísimo aliado, Germán Vargas Lleras: “Yo que no hice más que servirle a Uribe y a su gobierno. Nunca recibí nada de ese Gobierno y, por el contrario, mi vinculación al mismo me costó dos atentados, perder mi tranquilidad, ese es el balance que podría hacer hoy. (“Enemigos” Santos y Uribe ¿Por qué se odian? Vicky Dávila, entrevista G. Vargas, 2014, págs. 43, 44 y 50.)
¿Qué queda para los colombianos de a pie, si a uno de los promotores y partidarios más distinguidos del gobierno anterior, quien lo respaldó decididamente y que por una razón justa y conveniente para la estabilidad política de la nación no se inclinó ante sus pretensiones perdió su tranquilidad? Esa es la real radiografía de la “seguridad democrática”.
Capítulo IX
Colombia chuzada: detener y derrotar el uribismo
Este debate sin antecedentes recientes, no es de poca monta. Los colombianos nos resistimos a tener que resolver las diferencias mediante amenazas, secuestros, interceptaciones, atentados, con la violencia, con la ley del más sanguinario, como lo pregonan y practican las fuerzas más bárbaras en Colombia. La diferenciación que promueve Santos con su antecesor es válida e indispensable y se debe respaldar. A estas alturas las discrepancias no se resuelven con insultos, recriminaciones, ataques, expresiones virulentas, o contratos; así sean el pan de cada día. No hay reconciliación a la vista, los golpes son bajos, prima el odio y la venganza, y sabemos que al final solo una de las dos tendencias quedará en pie. Los colombianos tenemos la oportunidad y la obligación de acertar, y escoger lo más conveniente para el país.
Juan Manuel Santos tiene un innegable mérito como Presidente de la República: apartarse de la senda del uribismo o como él lo llama, “la ultraderecha”, ( Enemigos” Santos y Uribe ¿Por qué se odian? Vicky Dávila, entrevista a JMS) y enfrentarla en un debate de sumo interés y conveniencia para los colombianos, el debate sobre la violencia que campea en Colombia. Su decisión y arresto sacude al país y abre una grieta en la clase gobernante como no ocurría hace 60 años. La ocasión es histórica y no se puede dejar pasar.
La intención de Santos por reelegirse solo se puede interpretar como la decisión de llevar este pleito hasta el final. Que el Presidente no se deje doblegar por las críticas ni las dificultades, ni por los consejeros asustados o arrepentidos. Que busque soluciones justas y democráticas a las inmensas privaciones de los colombianos, en fin, que de señales inequívocas que mantendrá el sendero que tomó de derrotar la violencia.
La opinión pública tiene cada vez más claro que la decisión de enfrentar a Uribe, un rival con prestigio incierto e inmerecido, con capacidad de liderazgo, de maniobra y de hacer mucho daño, requiere para triunfar el respaldo decidido de las mayorías nacionales. No hay reverso.
Capitulo X
Disputa S vs U: ¡Ganó Colombia!
Este es el grito que queremos dar los compatriotas. Que salga no solo del compromiso que tiene nuestro equipo en el Mundial de Brasil, sino del desenlace de la batalla electoral. Si el resultado es favorable a la convivencia y a la civilidad que promueve Santos, lo habremos logrado y saldremos con júbilo a explorar un futuro más halagüeño para todos.
El Estado de Derecho y las libertades ciudadanas, precarias de por sí, están en riesgo. Enhorabuena el acuerdo Partido Liberal-Progresistas suscrito antes de la primera vuelta, es una muestra de desprendimiento y claridad; logró anteponer los intereses máximos de la nación ante otras diferencias. Es un ejemplo a seguir, es la senda a transitar por la paz. Así lo hizo Antanas Mockus en un gesto de un dirigente recto y honesto. Para algunos puede sonar retórico, otros seguirán dudando, pero las renuncias del gabinete de Bogotá y de funcionarios de distinta procedencia y rango contribuyen a la causa de la paz y del entendimiento nacional. Progresistas ha centrado su esfuerzo en Bogotá y en el Caribe. La batalla por el voto de los colombianos se inclina en contra de la exclusión, a favor del entendimiento.
A las manifestaciones de apoyo a Santos que se extienden por toda Colombia, sobresale el muy significativo respaldo dado por un importante bloque de trabajadores y organizaciones sindicales, que provenientes de diferentes corrientes han unido sus fuerzas en contra del enemigo común. Los trabajadores fueron víctimas de una persecución sin precedentes por el uribismo que incluso detuvo en el Senado norteamericano la firma del TLC con Colombia.
Santos ha reconocido errores cometidos a lo largo de la campaña que tienen que corregirse, eso está bien. Los Progresistas ya pusieron la cuota inicial en la remontada del 15 de junio y otros sectores de la izquierda no pueden ser indiferentes ante la posibilidad del regreso del uribismo. El santismo tiene que garantizar que la llamada “Unidad Nacional” se esfuerce y cumpla con su compromiso con la paz. El 25 de mayo no estuvieron a la altura de la delicada tarea, los jefes regionales no se esforzaron ni motivaron suficientemente a sus seguidores; de 5 millones que sacaron la U, los liberales y Cambio Radical hace dos meses, en esta ocasión apenas llegaron a 3 millones. Están en deuda y su responsabilidad es inmensa y tendrán que multiplicarse y demostrar con una caudalosa votación su compromiso con la paz de Colombia.
La tarea parece difícil y lo es, pero la disputa ha puesto al descubierto que el futuro de Colombia tiene dos opciones contrarias y contradictorias, pero sobretodo que las mayorías queremos llevar hasta el final la busqueda de la paz.