La teoría de la evolución por selección natural o "la supervivencia no aleatoria de variantes aleatorias", en la contundente y hermosa expresión de Richard Dawkins, explica que toda la vida en nuestro planeta (es decir, todas las especies extinguidas y los aproximadamente 2 millones de especies actuales conocidas y catalogadas a las que hay que sumar entre 5 y 30 millones, según la estimación, por descubrir) ha evolucionado de forma gradual a partir de una forma de vida primitiva que ya existía hace unos 3.500 millones de años, poco más de 1.000 millones de años después de la formación de nuestro planeta. Más exactamente, la teoría se compone de los siguientes elementos: evolución propiamente, gradualismo, ascendencia común, selección natural y mecanismos no selectivos de cambio evolutivo. El componente esencial de la teoría de la evolución, el mayor logro intelectual que Darwin consideraba que había realizado, es la selección natural propiamente. [1] Tomemos cualquier especie. Entre los distintos individuos de esta especie hay diferencias genéticas, algunas de estas diferencias afectan a las capacidades de supervivencia y de reproducción de un determinado individuo en su medio, de manera que los genes que favorecen esta supervivencia y reproducción (los "buenos") tendrán un mayor número de copias que los genes "malos" o "no tan buenos". A medida que vaya pasando el tiempo y con nuevas mutaciones favorables que se extiendan entre los individuos de esta especie, ésta se irá adaptando mejor al entorno. Finalmente, en palabras de Coyne, "este proceso producirá organismos bien adaptados a sus hábitats y a su modo de vida." Así que el mecanismo de la selección natural solamente precisa que algunos individuos, pocos, de una especie tengan variaciones genéticas [2] en su capacidad para reproducirse y sobrevivir en su entorno. Si ello ocurre (y toda la evidencia disponible lo confirma), la evolución por selección natural es inevitable. La selección natural no produce organismos perfectos o impecables, solamente perfecciona lo que ya está evolucionado. Así, por ejemplo, los testículos de los varones de nuestra especie son producto de la evolución a partir de los antepasados comunes que tenemos con los peces. Y los peces desarrollan los testículos internamente, pero nosotros realizamos el descenso testicular "como una solución chapucera", lo que tiene consecuencias en algún caso claramente perjudiciales. El descenso testicular en nuestra especie provoca las molestas hernias inguinales, por ejemplo. Relacionado con los mismos órganos, tenemos que el vaso deferente, es decir, el conducto que permite llevar el esperma desde los testículos al pene, sigue una ruta extrañísima alrededor de la uretra, el tubo que va desde el riñón hasta la vejiga y transporta la orina. Esta ruta extraña (que, sea dicho de paso, ningún diseñador que mereciese el nombre de tal aunque no fuera muy inteligente hubiera imaginado) es producto también de la selección natural y más concretamente del ya mencionado descenso testicular a su posición en el escroto que conocemos actualmente. Como comenta Dawkins: "[E]s un ejemplo maravilloso de un error inicial compensado a posteriori, en lugar de corregido adecuadamente sobre el tablero de dibujo." [3]
La evolución por selección natural está tan ampliamente contrastada, es tan potente −consigue explicar muchas cosas a partir de poquísimos supuestos− que algunos autores, como Richard Dawkins o David N. Stamos o Jerry A. Coyne prefieren hablar de "hecho" al referirse a ella. Dawkins condensa la grandiosa idea de Darwin en un sencillo aserto: "con tiempo suficiente, la supervivencia no azarosa de las entidades hereditarias (que producen copias ocasionalmente defectuosas) generará complejidad, diversidad, belleza y una ilusión de diseño tan convincente, que resultará casi imposible de distinguir de un diseño inteligente intencionado". Estos autores u otros que defienden que la selección natural es un "hecho" no confunden el significado de teoría. La RAE la define: "serie de las leyes que sirven para relacionar determinado orden de fenómenos". O, con mayor minuciosidad, como "un edificio conceptual formado por una colección organizada de nociones y proposiciones que codifica información acerca de cierto tipo de sistemas, fenómenos o procesos y típicamente sirve para dar explicaciones, hacer predicciones y resolver problemas" [4]. Richard Dawkins o David N. Stamos o Jerry A. Coyne y otros que defienden que la selección natural es un "hecho" opinan que la evolución ya ha pasado los estadios de "hipótesis" (la evolución no es ya en la actualidad una mera conjetura o un intento preliminar de explicación) y de "teoría" (Stamos opina que la evolución alcanzó este título cuando se adujo evidencia en su favor). La evolución por selección natural −que opera también sobre los genes individuales, al parecer de algunos biólogos [5]−es en la actualidad un "hecho" en este sentido. [6]
Como escribe Coyne, "la selección natural es revolucionaria y es inquietante por el mismo motivo: explica el diseño aparente de la naturaleza mediante un proceso puramente materialista que no requiere de fuerzas naturales de creación o que guíen el proceso." Precisamente por este motivo, la batalla de grupos y cabilderos religiosos contra la aceptación de la selección natural es permanente. Y no les va mal del todo. Una reciente encuesta publicada vuelve a constatar datos espeluznantes. Gallup realiza desde 1982 una encuesta en Estados Unidos sobre la evolución, el creacionismo y el diseño inteligente. La última la acaba de publicar con fecha 1 de junio de 2012 y fue realizada durante los días 10-13 de mayo. Las anteriores fueron realizadas en 1982, 1993, 1997, 1999, 2001, 2004, 2006, 2007, 2008 y 2010. Las preguntas siempre son las mismas:
"¿Cuál de las siguientes afirmaciones está más cerca de su opinión sobre el origen y desarrollo de los seres humanos?
1) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios guió ese proceso.
2) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso.
3) Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años."
A la primera pregunta contestó afirmativamente en la última encuesta el 32%. A la segunda pregunta respondió el 15%. A la tercera pregunta respondió afirmativamente el 46%. Efectivamente, un bajísimo 15% responde que sí a "los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso". Y un 46% cree que "Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años". Puesto que la edad de la Tierra es de 4.600 millones de años, la creencia de que nuestro planeta tiene solamente cerca de 10.000 representa un error de proporción equivalente al de creer que América del Norte tiene un ancho de menos de 10 centímetros (el ejemplo es de Dawkins).
En el siguiente cuadro puede verse el porcentaje de cada respuesta a lo largo de los años en que se ha realizado esta encuesta.
Somos una de las pocas especies que tiene un cerebro que es consciente de sí mismo y muchos se resisten, entre ellos y especialmente los creacionistas de nuevo cuño del diseño inteligente, a aceptar que, como el resto de los seres vivos, "somos el producto contingente del proceso ciego y mecánico de un proceso de selección natural" (Coyne).
Notas:[1] Jerry A. Coyne,¿Por qué la teoría de la evolución es verdadera?, Crítica, 2010. [2] Nuestra especie, con 7.018 millones de individuos a junio de 2012, tiene muy poca variedad genética. Ello se debe a que muy probablemente descendemos de un único grupo de alrededor de sólo 10.000 componentes que encontró posibilidades de supervivencia en las costas del sur de África en un período glaciar que se extendió hace entre 123.000 y 195.000 años. Hay especies con menor número de individuos que ostentan una mayor diversidad genética. Efectivamente, nuestra especie estuvo a punto de desaparecer en este período. Véase Curtis W. Marean, "Cuando el mar salvó a la humanidad", Investigación y Ciencia, octubre 2010, pp. 25-31. [3] Richard Dawkins, Evolución, Espasa Calpe, 2009. [4] Jesús Mosterín y Roberto Torretti, Diccionario de lógica y filosofía de la ciencia, Alianza, 2002, p. 556. [5] Mark Gerstein y Deyou Zheng, "Pseudogenes", Investigación y Ciencia (Temas), 59, primer trimestre 2010. [6] Desarrollo más los argumentos precedentes en Daniel Raventós, "La teoría de la evolución por selección natural o la supervivencia no aleatoria de variantes aleatorias", Sin Permiso, nº 8, 2011, pp. 197-206.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta básica en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011).
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