Por: Alberto Herrera.
Capítulo V
La alcaldía de Bogotá en medio del torbellino S vs U
Para el uribismo, tomarse Bogotá no solo implicaba apoderarse de la plaza principal, sino desbancar y eliminar a Petro, un enemigo de antaño y un aliado de su contradictor. Había que armar un ardid para desprestigiarlo, debilitarlo y destituirlo, pues con una base sólida en la capital que Uribe siempre buscó pero que nunca alcanzó, estaría en inigualables condiciones para extender su triunfo al resto de Colombia. El despojo ha sido tortuoso para Bogotá y creado confusión entre sus habitantes.
¿Cómo ha sido el cronograma? Primero salió el nieto de Laureano, el “uribista solitario” como lo llaman en el Congreso, (“Miguel Gómez, el uribista solitario”. La Silla Vacía, Camila Osorio, febrero 12 de 2010) y se inventó, (¡él solito!) la revocatoria, que después de 20 meses el gobierno nacional aplazó. Pero fue en el momento en que se percataron, que de verdad se escapaba de sus manos el jugoso contrato de las basuras en Bogotá y por ende una buena parte de los ingresos de los amigos, que el uribismo apresuró la marcha: recogieron firmas, inscribieron listas, se enfrentaron ellos mismos, (Oscar Iván Zuluaga en carta pública a J. O. Gaviria lo vetó de las lista al Senado de CD por sus familiaridad con el narcotráfico) hicieron convención nacional, escogieron candidato presidencial, todo atropellado y traumático, y conformaron otro remedo de partido, lo más acabado de las organizaciones políticas creadas en Colombia bajo la influencia del neoliberalismo, el narcotráfico y el paramilitalismo: el Centro Democrático (CD). Mientras tanto el procurador con unos cargos amañados, debajo del brazo, esperaba el momento adecuado para ejecutar lo que pensaban sería el golpe definitivo.
Sin tener claro todo el hilo conductor de los hechos, ni el final de la disputa, los colombianos reaccionaron contra la arbitrariedad y el abuso del procurador. A pesar de ser fin de año la movilización ciudadana en su contra se dio con fuerza en decenas de municipios, con mayor intensidad en Bogotá, como era de esperarse. Petro incluso alcanzó a hacer dos grandes concentraciones en Barranquilla y Cali antes de que Santos enmendara su equivocación y lo restituyera.
Capítulo VI
Petro y Progresistas enfrentan la disputa S vs U
Sobre Petro y el futuro de la alcaldía de Bogotá se volcaron los ojos del país, sus enemigos le censuraron hasta el uso del balcón, pensaron que no tenía derecho a defenderse y que el raponazo del cargo debería ser inminente. A la conjura del uribismo se fue sumando el sector más recalcitrante de la política colombiana, con grandes intereses económicos y aspiraciones electorales y que no soportan una visión política distinta, progresista y novedosa, y menos en el segundo cargo del país; primero fue Peñalosa que siempre ha odiado a Petro, luego Marta Lucia Ramírez y hasta Vargas Lleras, así sea del otro bando.
Los Progresistas y sus simpatizantes acompañaron a Petro todo el tiempo y prepararon la revocatoria del 2 de marzo. Sin embargo el 12 de febrero se toman dos decisiones simultáneas: el registrador anuncia que no tiene fondos para adelantar la revocatoria y la aplaza, y El Tiempo saca a Pacho Santos, “el uribista rebelde”, respaldando la revocatoria como “la primera batalla en la guerra para impedir la llegada del chavismo a Colombia” y para defender a “valiosos empresarios sacados por Petro”, (Pacho Santos lidera el ´si´ en la revocatoria”, El Tiempo, febrero 12 de 2014). Con Miguel Gómez había acordado no uribizar el proceso, pero no convencieron a nadie de su propósito pues en las plazas la gente responsabilizaba a una jugada política del uribismo el intento de sacar al alcalde, y así lo coreaba. En ese momento las encuestas daban a Petro una favorabilidad del 72%.
Hoy, y como debe ser hasta el 31 de diciembre de 2015, Gustavo Petro despacha como Alcalde elegido de la Capital. Sin embargo su destitución interrumpió el proceso de acuerdo entre amplios sectores democráticos y el gobierno contra el uribismo. Cabe anotar que desde la destitución de Petro, la intención de voto por Santos mostró un bajonazo que terminó con el resultado del 25 de mayo.