Yezid García Abello - 09/05/2016
El fin de semana, por fin, algunos de los grandes medios se refirieron al caso del asesinato del grafitero Diego Felipe Becerra, joven que recibió disparos de la policía por la espalda el 19 de agosto de 2011 en el norte de Bogotá, que luego los autores materiales e intelectuales alteraron la escena del crimen, calumniaron al inocente muchacho acusándolo de atracador de busetas, aplicaron la más férrea "solidaridad de cuerpo", dilataron inexplicablemente los procesos penales que cursan contra un general, cuatro coroneles y varios subintendentes y patrulleros. Y como ninguna de estas oscuras prácticas les ha conseguido el fallo judicial de "inocentes", proliferan las denuncias sobre amenazas a la vida de implicados que han aceptado los cargos, a sus familias, a los abogados que los defienden y hasta a los héroes de esta lucha contra la impunidad y el rescate del buen nombre de Andrés Felipe: sus padres y, en especial, su valiente padrastro Gustavo Trejos. Es hora de que la sociedad civil exija prontos resultados a la justicia en este vergonzoso caso, van a cumplirse cinco años de sucedidos los hechos y no hay aún castigo a los responsables. La impunidad es una de las principales causas de la inseguridad en Bogotá y en Colombia