La revolución estalló en Rusia en 1905. En pocos días había llegado a la Polonia rusa y a todos los confines del imperio zarista. Rosa Luxemburgo, residente a la sazón en Alemania, volcó su atención a la siguiente doble tarea: ayudar a dirigir el Partido Social Demócrata de Polonia y Lituania (PSDPyL) durante acontecimientos de ese año y difundir e interpretar las noticias de la Revolución de 1905 entre la clase obrera alemana.
Recién pudo abandonar Alemania en diciembre de 1905, dirigiéndose clandestinamente a Varsovia para participar directamente de la dirección del PSDPyL. Pero su residencia en Alemania no le impidió continuar y acrecentar sus funciones de analista político del PSDPyL y seguir siendo su más prolífica y hábil propagandista y agitadora. Durante 1905, además de sus muchos artículos para la prensa alemana, escribió constantemente para las publicaciones del PSDPyL y una serie de libros y folletos más extensos.
La Revolución de 1905 acercó a miles de elementos nuevos al PSDPyL, obreros e intelectuales que recibían un curso aceleradísimo de práctica y teoría revolucionarias. Desde enero de 1905 y principios de 1906 el PSDPyL creció de algunos cientos de militantes a más de treinta mil, con una periferia de miles. A Rosa le preocupaba el problema de educarlos en las bases del marxismo, de responder a los problemas más fundamentales y desterrar algunos de los prejuicios más arraigados en los obreros que empezaban a radicalizarse.
El socialismo y las iglesias es uno de los frutos del año 1905: un intento de explicar a los obreros polacos que estaban adquiriendo conciencia de clase exactamente por qué la Iglesia es una institución reaccionaria, que se opone a la revolución, y cómo llegó a convertirse en uno de los explotadores más inhumanos y ricos de los trabajadores. Apareció por primera vez en Cracovia en 1905 firmado con el seudónimo Josef Chmura. La edición rusa apareció en Moscú en 1920 y el Partido Socialista Francés hizo una edición francesa en 1937. La presente es una traducción de la versión inglesa, que a su vez es traducción del francés de Juan Punto.