La clave del desarrollo
Uno de los últimos reportes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que la distancia en riqueza entre los países ricos y los pobres es de 46 años. Esto quiere decir que si las cosas siguen como van, los países en vías de desarrollo, como Colombia, tendrán los niveles de vida que hoy tienen los desarrollados hacia el año 2060.
Por eso, el reciente debate sobre el recorte y el valor del presupuesto para Colciencias no es un tema menor. Para la comunidad académica y para amplios sectores de la ciudadanía - y aunque en menor medida, también para el gobierno- es claro que el bienestar de las próximas generaciones depende de la inversión que hagamos hoy en ciencia, tecnología e innovación (CTI).
El rifirrafe
Esta semana tuvo lugar un rifirrafe entre la directora de Colciencias y el alto gobierno en cabeza del ministro Mauricio Cárdenas. El debate comenzó cuando Paula Marcela Arias declaró durante la Convención Científica Colombiana (Suma) que el Departamento Nacional de Planeación (DNP) le había informado que el presupuesto para Colciencias sufriría una disminución significativa (289.000 millones de pesos para 2015, o sea 125.000 millones menos que los asignados para 2014).
Este recorte implicaría el fin del programa estrella de Colciencias (el de formación doctoral), además del de jóvenes investigadores, de modo que Arias invitó a científicos y académicos a manifestar su descontento.
Inmediatamente el Ministro de Hacienda aseguró que no era cierto que el gobierno fuera a quitarle dinero a la ciencia y la tecnología, y añadió que bajo el gobierno Santos los fondos para el sector habían aumentado considerablemente, recordando la inversión del 10 por ciento de las regalías.
En el caso especifico de Colciencias, Cárdenas aclaró que la carta del DNP a la directora no incluía un monto adicional de becas a través de COLFUTURO y aludía tan solo al cupo de “referencia”, no necesariamente a la asignación final que corresponde hacer al Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES).
En todo caso el gobierno procedió a pedir la renuncia de Paula Arias, un hecho que se suma a la cadena de retiros de Colciencias, casi todos debidos a la falta de apoyos y recursos para ejercer la dirección del flamante “Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación”.
Los hechos
Más allá de este debate, y si se miran a lo largo del tiempo los presupuestos de Colciencias, es evidente que el Estado no considera prioritarias a la institución ni a las actividades de promoción de ciencia y tecnología que adelanta.
Por ejemplo, aunque desde 2002 se ha registrado un ligero aumento del presupuesto, este no corresponde al crecimiento de la economía ni a las nuevas tareas que le fueron encomendadas a Colciencias desde 2009 (fecha de la reforma que la elevó al rango de departamento administrativo).
El presupuesto de defensa en 2012 fue de 23,8 billones de pesos, el de educación fue 22 billones y el de transporte 26 billones. Colciencias recibió 395.537 millones.
En lugar de crecer o de estabilizarse al menos, el presupuesto de Colciencias ha oscilado entre el 0,71 por ciento del presupuesto nacional en 2002, el 0,58 por ciento en 2009, el 1,27 en 2009, el 1,09 en 2011 y el y el 1,11 en 2012. Para comparar, el presupuesto de defensa fluctúa alrededor del 15 por ciento del total.
Lo que puede esperarse
Aunque el ministro aseguró que no habrá recortes, parece claro que en 2015 no habrá mejoras en la financiación.
Según informa La Silla Vacía, el gobierno tenía planeado el recorte pero no anticipó la reacción de la directora. Y en efecto en la sesión del CONPES de este mismo miércoles (9 de julio) se propuso la suma de 379.000 millones como el presupuesto de Colciencias para el próximo año.
En materia de regalías habrá que esperar las reformas que anunció el gobierno, pero de entrada preocupa su intención de darles más autonomía a los gobernadores y reasignar recursos hacia las regiones generadoras de las regalías, lo cual implicaría que Colciencias deje de ejercer la supervisión técnica de los proyectos, aumentando los riesgos de despilfarro y mala calidad de estas cuantiosas inversiones.
Por otro lado, aunque el 10 por ciento de regalías significó una mejor financiación, Colombia sigue estando por debajo del promedio latinoamericano. Por ejemplo, entre 2002 y 2010 el promedio regional de inversión en CTI pasó de 0,68 a 1,13 por ciento sobre el PIB, pero en Colombia pasó solo de 0,31 a 0,46 por ciento.
Las cifras pues demuestran que ni gobiernos anteriores ni el actual han hecho un esfuerzo planeado, suficiente y sostenido para construir y mejorar las capacidades científicas, tecnológicas y de innovación.
Propuestas
Fortalecer a Colciencias no solo implica aumentar su presupuesto - aunque sea fundamental-. Como argumenté en otros textos para Razón Pública, las debilidades de Colciencias se deben sobre todo a la precariedad o inexistencia de una política de CTI de largo plazo.
Por eso es necesario que la comunidad académica y la ciudadanía se movilicen como lo han venido haciendo para exigir aumentos en la inversión y, sobre todo para que la CTI no sea no una sino la principal locomotora del desarrollo nacional. En esta dirección habría que proponer:
Que Colciencias adquiera estatus real de Ministerio de ciencia tecnología e innovación. La diferencia entre un departamento administrativo y un ministerio consiste en que el primero constituye una unidad técnica que no puede promover agenda legislativa, mientras que un ministerio si lo hace. Esto ayudaría a mejorar el diseño de los mecanismos y políticas para el fomento de la CTI (por ejemplo en el tema de regalías). Al no tener un doliente con capacidad de impulsar cambios normativos, la política de CTI está huérfana, es impotente y, por ende, inoperante.
Lo anterior supondría que la Dirección de Colciencias no sea de libre nombramiento y remoción ni constituya una cuota partidista. Que la ocupe una persona con saber demostrado sobre este asunto crítico y complejo, con experiencia gerencial en el fomento de la CTI, con independencia frente a la clase política (por ejemplo, que no hayan ocupado cargos de elección popular durante los últimos 8 años).
Una fórmula como esa reduciría la inestabilidad en los cargos y los problemas de riesgo moral (falta de control sobre los comportamientos de los políticos por parte de la academia y la ciudadanía), costos de oportunidad (el hecho de que las inversiones en CTI se vean recortadas debido a otras urgencias- salud, vivienda, carreteras- que ofrecen retornos electorales más altos y más rápidos), de “accountability” (rendición de cuentas) y de corrupción asociados con el ejercicio tradicional de la política.
· Una reforma progresiva de la ley de regalías para CTI y no regresiva como la que anunció el gobierno. Como argumenté anteriormente, el 10 por ciento de regalías fue un gran avance en materia de CTI; pero después de tres años de vigencia, quedan claros también los problemas que deben corregirse. Problemas referentes sobre todo a la manera de asignar los recursos, a los muy altos costos de transacción y a las dificultades de coordinación entre los actores. Desde el gobierno central, las gobernaciones y la academia se han producido llamados a la reforma, que han sido tema de confrontación entre academia y gobierno.
Frente a las intenciones del gobierno:
1) Debe mantenerse el espíritu de equidad de la ley al invertir en el desarrollo científico-tecnológico de las regiones más atrasadas; pero,
2) Debe reformularse el mecanismo de gobierno y asignación de las inversiones, de manera que las regiones con organizaciones con capacidades en CTI transfieran el conocimiento a organizaciones que se encuentran en regiones rezagadas. Para esto es crucial fortalecer la Secretaría Técnica de Colciencias y dotarla de capacidad ejecutora como garante de la calidad y pertinencia regional de los proyectos.
No existe mucha experiencia internacional en este tipo de instituciones, pero Colombia se arriesgó con ese 10 por ciento para la CTI (que, dicho sea, debería aumentarse sustancialmente) y debe seguir aprendiendo. El camino es largo y existen incertidumbres y fallas. Lo único seguro es que la inversión en CTI paga, y con unos retornos muy altos.
* Historiador de la Universidad del Valle, estudiante de doctorado en Administración de la Universidad de los Andes e investigador visitante en el Jackstädt Center for Entrepreneurship and Innovation Research, University of Wuppertal (Alemania).
Tomado de razonpublica.com