Tomado de Las2Orillas
En la Reforma universitaria Argentina (1918) estudiantes se unieron para ganarle al Estado la autonomía universitaria (Capacidad de cada institución de definir sus propios estatutos y reglamentos), el cogobierno (Estudiantes, docentes, graduados participando activamente en las elecciones universitarias), la gratuidad (Eliminar el pago de matrícula, costo de ingreso), ingreso irrestricto (Eliminar el examen de ingreso y el límite de cupos), entre otras victorias.
En la Universidad del Valle una papa bomba suena en la calle y la gente corre. Los carros del ESMAD llegan disparando agua a presión y saludan con gases lacrimógenos a cualquier estudiante que esté al alcance. Parte del juego del ESMAD es lanzar estos gases cerca de los grupos de univallunos que no hacen parte de la manifestación y que intentan salir de la universidad como hormigas.
Otros Univallunos acompañan a los encapuchados que atacan a los policías con papas bombas, estos retroceden para evitar perder un brazo. Cuando las reservas escasean en el lado de los estudiantes, los policías atacan y los capuchos retroceden. Y viceversa. Cada vez que un policía corre los estudiantes le chiflan, se burlan de él. Los policías también gritan, amenazan, insultan.
Puede que muera un estudiante, alguien pierda un ojo, una mano, que la policía se meta a la universidad o que un policía sea rociado con gasolina y prendido fuego. Si nada de esto ocurre el tropel termina, el ESMAD se retira sin estudiantes presos, los capuchos vuelven al interior de la universidad y alguien grita: Compañeros, hemos ganado una batalla, gracias por acompañarnos. Aplausos y chao.
Esta es una de las veces en las que el triunfo se parece más al no-fracaso que a la victoria misma. Es difícil entender a qué se refieren los capuchos cuando celebran esas batallas ganadas al final de un tropel. Fácil es saber que las luchas estudiantiles en Colombia han dejado policías muertos o heridos, estudiantes presos, mutilados, asesinados, torturados, desaparecidos. Mientras tanto, el país sigue con una educación universitaria de ensueño, más por lo inalcanzable que por la calidad. Cupos reducidos para estudiar, exámenes de admisión, matrículas altísimas y la recocha de profesores, secretarias y directivos que hacen lo que quieren porque están contratados y nadie los puede sacar.
Para Camilo, ex militante de la JUCO, el problema con estas luchas estudiantiles es que pelean por cosas que están fuera de su alcance y pelean mal. Camilo recuerda que no se hace protesta cuando un profesor es ausentista, o cuando no hay salones para ver clases, no hay tropel porque la matrícula en la universidad pública alcanza en algunos casos los seis ceros, ni porque en las facultades haya límite de cupos para estudiar, dejando por fuera a colombianos que no tienen cómo pagar una universidad privada.
El sumario de triunfos de la lucha estudiantil en Colombia sufre de anorexia; es un adolescente inmaduro que ni sabe lo que quiere ni sabe cómo conseguirlo. Estas protestas distan mucho de lograr que la universidad alcance un gran cambio y que esté al alcance de todos. Sin embargo, los diálogos de Paz que hoy se desarrollan en La Habana significan madurez en la conciencia política de la clase gobernante, de la izquierda armada y, quizá, una posibilidad de que en el futuro la educación se parezca más a un derecho que a un lujo, aunque el tema no esté entre los puntos a negociar en Cuba.