Los alumnos ingresan a las universidades a estudiar ingeniería sin saber sumar, restar, multiplicar o dividir y se inscriben en carreras humanísticas sin saber leer.
El diagnóstico, conocido por directivos y docentes de instituciones de educación superior, lo confirman los últimos resultados de las pruebas de economía financiera del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (Pisa), que ubicaron a Colombia en el último lugar entre 18 países, así como las pruebas Saber y Saber 11 (antes Icfes), que evidencian brechas entre educación pública y privada.
Diagnóstico del fenómeno
Para el rector de la U. de Medellín, Néstor Hincapié, "el problema radica en que el Estado se ha preocupado mucho por la cobertura, pero ha descuidado la calidad. Entonces, las universidades somos los recipientes de la mala educación".
Además, según Julián Múnera, estudiante de música de la U. de Antioquia y líder estudiantil, "las dificultades de las universidades parten de incumplimientos en obligaciones del Estado. La financiación es una de las que más pesa en la calidad, pues esta no puede existir sin recursos".
La concejala Aura Marleny Arcila dice que "los pésimos resultados de las pruebas de educación que presentan las instituciones educativas locales y regionales, a nivel nacional e internacional, son muestra de que los programas, currículos, sistemas de evaluación y modelo pedagógico carecen de eficacia y solo sirven para que el Estado cumpla formalmente con una de sus responsabilidades".
Entonces, explica el rector Hincapié, "en las universidades nos estamos encartando con los muchachos, porque vienen de las escuelas con un nivel de educación bajo y nos toca enseñarles a sumar, restar, multiplicar o dividir y que aprendan a leer. No entienden lo que leen".
Responsabilidad compartida
Pero la culpa no recae solo en las instituciones educativas.
Según el experto en puericultura (arte de la crianza), Álvaro Posada, "hay una opinión generalizada entre los expertos, basados, por ejemplo, en datos estadísticos de las pruebas Pisa, y es que estamos formando a los niños como ciudadanos endebles y no propiciamos que sean mejores ciudadanos".
"Hay desprecio por el conocimiento, que se basa en las posibilidades de tener éxito, y la clave para superar la problemática es cambiar el modelo de crianza", asegura Posada.
En sus palabras, en la actualidad coexisten dos modelos: el permisivo, que consiste en que los padres tienen poder adquisitivo y hacen lo que sea para que sus hijos lo tengan todo y no ponen límites; y el negligente, que es cuando no hay quién ponga límites.
Ambos, según el experto, desembocan en una sociedad que la componen "individuos con tendencia a la mala ciudadanía", de ahí que la salida sea un "modelo de crianza humanizado, democrático, ni autoritario ni permisivo, que permita que en el momento en el que los jóvenes entren al aparato escolar tengan mayor facilidad para captar conocimientos".
Medirse permite cambiar
El malestar que causan los resultados que arrojan las diversas pruebas, las últimas fueron las Pisa, es entendible para la Vicealcaldesa de Educación de Medellín, Claudia Restrepo.
"Las pruebas no determinan la calidad de la educación, pero sí nos ponen estándares de medición que nos ayuden a compararnos con otros países e identificar buenas prácticas".
Afirma que es real que la educación pública tiene peso en Medellín, pues el 83,5 % de las matrículas son públicas. Destaca el hecho de que "en 2007 el 42,62 % de instituciones públicas de Medellín estaban en nivel bajo según las pruebas Saber 11 y hoy el 8,21 % están en rendimiento bajo". Concluye que "conocer los resultados de las pruebas permite preparar a los alumnos y ayuda a revisar nuestras políticas".